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Conversación con el miedo

En este artículo te invito a imaginar una conversación con el miedo, haciendo esas preguntas que sólo tú y tus vivencias pueden concebir, esa sensación que nos acompaña desde el inicio de la vida,  y que se puede convertir en un arma de doble filo.

El miedo, conocido como una de las emociones básicas y primarias, esa sensación que nos invade en diversos momentos de nuestra vida, ya sea cuando nos proponemos hablar en público, o incluso cuando llegamos  a un lugar nuevo.

En este sentido, desde el mismo inicio de la vida, basta con observar a un bebé y darse cuenta cómo llora por miedo a no ser amamantado o por no sentir el calor de su madre.

Y justo allí está el miedo, esa  sensación, de aquello que te puede paralizar por completo, inhibiéndote de alguna respuesta consciente y sensata, o por el contrario desencadenando reacciones incongruentes.

Y aunque el miedo está  cimentado sobre las raíces de la desconfianza, ansiedad y carencia de fé, comúnmente se relaciona con el desconocimiento y falta de control, en especial de aquello que no somos capaces de predecir.

Una hipotética conversación con el miedo

Desde mi experiencia personal, cuando me propuse a entablar esta conversación con el miedo, atravesaba un estado de mucha angustia y ansiedad por la posibilidad de un suceso que me podía generar peligro.

En este momento decidí enfrentar mi miedo a través de la ayuda de la kinesiología cuántica con una serie de técnicas que ayudaron a calmar mis pensamientos, equilibrar mis emociones y orientar mis energías hacia un escenario de fe.

Y justo así, inicia esta conversación con el miedo

Una tarde una mujer, a la cual denominaremos Sra. A, se encontraba observando la vista desde su ventana cuando de repente alguien tocó la puerta, el llamaremos Sr. M.

Sra. A.: Buenas tardes, ¿en qué le puedo ayudar?

Sr. M.: Esa pregunta debería hacerla yo, usted me llamó.

Sra. A.: ¿Y usted quién es?

Sr. M: ¿Usted  cómo se siente en estos momentos?

Pensó por unos segundos y rápidamente respondió:

Sra. A: Angustiada, un poco estresada y con algo de duda y temor por lo que está por venir. 

Sr. M.: Pues, yo soy tu miedo.

Con mucho asombro ella dijo:

Sra. A: Pero, ¿por qué estás aquí?

Sr. M: Porque tú me llamaste, con tus pensamientos, con tus sensaciones, con la necesidad de querer controlar todo e incluso aquello que no puedes.

Sra. A.: ummm… y usted, ¿dónde nace, de dónde viene?

Sr. M: En un país muy desarrollado, llamado cerebro, exactamente en una ciudad conocida como amígdala.

Sra. A.: ¿En dónde le gusta estar?

Sr. M.: En la mente de las personas, donde soy capaz de edificar sus más grandes temores, pero que quede claro que son ellos quienes me dan el papel protagónico.

Sra A.: ¿A qué temen la mayoría de las personas?

Sr. M.: En general, a aquello que no conocen, por lo tanto no entienden y en este sentido se escapa de su control.

Sra. A.: ¿Es cierto que usted enferma a las personas?

Sr. M: Las personas deciden enfermarse, al final todo está en su mente y ellos simplemente me introducen en sus pensamientos para justificar sus inseguridades.

Sra. A: Y las fobias, ¿forman parte de tus herramientas?

Sr. M.: Son miedos con diferentes vestuarios, pero en realidad éstos van respaldados por mucha ansiedad.

Fobo era el hijo de Ares (dios de la guerra) y Afrodita (diosa del amor), en la mitología griega y éste personificaba el miedo y el terror. Yo simplemente estoy allí, depende de cada quien como lo asimile.

Con un gesto de asombro continuó preguntando.

Sra. A.: ¿Hay personas que viven sin ti?

Sr. M.: Imposible, todos en algún momento de sus vidas recurren a mí, lo que cambia es la forma en que cada uno reaccionan ante mi presencia.

Algunos huyen, otros se defienden e incluso hay quienes se paralizan y caen en un vacío que genera trastornos de conducta. Incluso muchos me piensan aunque no lo dicen.

Sra. A.: ¿Te consideras un mal sentimiento?

Sr. M.: Depende de cómo me asumas y también de las circunstancias. Ejemplo, si alguien te persigue yo te alentaré a correr.

En cambio, si estás parado frente a un micrófono y una multitud de personas, yo me encargaré hacerte transpirar,  secar tu garganta y hasta hacer tu voz temblorosa.

Y pensando en su género, la Sra. A. preguntó con mucho énfasis:

Sra. A.: ¿Por qué las mujeres vivimos con más temores que los hombres?

Sr. M.: las mujeres pasan por una serie de eventos asociados con la gestación, dar a luz, amamantar y, en general  la crianza, las cuales hacen que en su vida existan más escenarios de estrés y de preocupación que en el caso de los hombres.  

Por ejemplo, en el cerebro hay una zona denominada amígdala, y estudios han demostrado que el aumento de oxitocina en una mujer después de dar a luz activa el funcionamiento de ésta, haciendo que exista un constante sentimiento de alerta y preocupación por su hijo.

Esa es la razón por la que la madre no duerme en los primeros tres meses velando el sueño de su bebe mientras que el padre puede gozar de un sueño plácido y sin preocupaciones, incluso estando a poca distancia de la criatura.

Unos segundo de un silencio comprensivo interrumpió la conversación con el miedo.

Sra. A.: ¿La especie humana debería agradecerte por algo?

Sr. M.: Claro, desde tiempos ancestrales me he convertido en un instrumento vital de supervivencia, basado en la protección y defensa de posibles peligros.  

Recuerda, tras los primeros pasos de la humanidad en este mundo, eran muchos los depredadores que se encontraban al acecho, mi presencia ayudó a que el hombre aprendiera a protegerse y sentirse seguro.

Y a lo largo de la evolución, gracias a mí las personas han podido superarse y construir una mejor versión de sí mismos.

Sra. A.: ¿Por qué tus visitas son más cortas en la vida de algunas personas que en las de otras?

Sr. M: Sra. A. debo irme, pero no sin antes recordarle una frase de una mujer maravillosa, Marie Curie (física polaco-francesa):

Nada en la vida debe ser temido, solamente comprendido. Ahora es el momento de comprender más, para temer menos.

 

Y así, culmina esta conversación con el miedo, con esta  frase nos lleva a entender, que en muchas ocasiones el miedo puede verse asociado a aquello que desconocemos, de lo que no sabemos y en consecuencia no controlamos.

 Fisiología del miedo

Sudoración excesiva, aumento de la presión arterial,  apertura de ojos y dilatación de las pupilas, aumento de glucosa en sangre,  las responsables: cortisol y adrenalina, hormonas liberadas por las glándulas suprarrenales del riñón.

Todo estos eventos se producen una vez que nuestros sentidos captan el foco de un posible peligro, que son interpretados por el cerebro (amígdala) como miedo.

De allí en adelante se activan las reacciones de lucha, huida y sobrevivencia.

Estas reacciones, según la persona que las experimente pueden generar trastornos como depresión, ansiedad, estrés, que pueden llegar afectar su estabilidad emocional.

Entonces, se trata de tener destreza para asumir las circunstancias que se nos puedan presentar y solicitar ayuda  cuando se considere necesario.

Y de ser posible, entablar una conversación con el miedo cuando seamos capaces de entender que los obstáculos y circunstancias son solo una forma de poner nuestras destrezas a prueba.

El cerebro del miedo

Según la psicología, el miedo es concebido como una emoción ocasionada bajo la posibilidad de ocurrencia de un peligro inminente.

Generalmente, el miedo puede verse asociado a un sentimiento que implica carencia de control y a la vez desconocimiento sobre algo que podría llegar a pasar.

En la escala de las emociones, el miedo se ubica como un sentimiento de muy baja frecuencia, pero a la vez con una potencia muy elevada.

Escalera Emocional el miedo

Sin embargo, la mente se anticipa desencadenando una serie de comportamientos que van desde una sensación de preocupación, pérdida, desequilibrio, entre otros.

Toda esta situación puede desencadenar algunos trastornos tales como:

  • Ansiedad.
  • Trastornos obsesivos compulsivos.
  • Síndrome de estrés postraumático.
  • Fobias. 
  • Ataques de pánico.

Cuando el ser humano percibe una posible amenaza, se genera una reacción en una estructura del cerebro denominada amígdala, ubicada en el lóbulo temporal  exactamente en el sistema límbico.

Conversación con el miedo

Cuando se produce una posible amenaza, es la amígdala la encargada de activar los sistemas de defensas que indican que debemos alejarnos del  peligro para asegurar nuestra supervivencia.

La amígdala genera una respuesta rápida y eficiente ante circunstancias de peligro, y también es capaz de hacernos recordar traumas infantiles o algún evento que nos ha generado sufrimiento y peligro.

El miedo como mecanismo de supervivencia

De acuerdo a la biología, el miedo es concebido como uno de los principales mecanismo de supervivencia, no solo para la especie humana sino también para los animales.

Cuando se estudia la relación presa-depredador, el miedo se convierte en la principal interacción capaz de cambiar la conducta de ambos.

Por ejemplo, la presa será capaz de mantenerse atenta ante un posible ataque, mientras el depredador se concentrará en ser sigiloso para obtener éxito en la caza.

Entonces, mientras el miedo prepara a un depredador para ser más cauteloso y asegurar su comida y la de su manada, también prepara a una posible presa para escapar de forma rápida y eficiente y asegurar su vida.

Conversación con el miedo

En este sentido, el miedo ha hecho que muchas razas evolucionen y se adapten a un entorno en donde las conductas, tanto de presa como depredador, forman parte de la experiencia adquirida en cada encuentro.

De esta forma se toma consciencia del peligro, a ser comido o a perder la presa, bajo la supervisión directa de los sentidos, que se agudizan para llevar la información al sistema nervioso y que éste se encargue de dar la respuesta.

Recordando una frase de Ralph Waldo  Emerson:

“No ha aprendido las lecciones de la vida quien diariamente no ha vencido algún temor.”

Entonces, solo teniendo miedo somos capaces de aprender a sobrevivir y alcanzar una mejor versión de sí mismos.

Y para finalizar les invito a pensar en aquellas preguntas que le harían al miedo si lo tuvieran en frente.

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Soy Paolis Palacios, nacida en la ciudad de Caracas, pero de raíces firmemente Barloventeñas. Esposa, madre y emprendedora gastronómica. Licenciada en Contaduría Pública, con estudios de Especialización en Finanzas y Maestría en Finanzas Corporativas. Asesora Contable. Practicante de CRP. Adicionalmente soy Chef con estudios superiores de panadería y pastelería. También soy fundadora de la comunidad “Emprendedoras Reposteras”.

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2 comentarios en “Conversación con el miedo”

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