Conversaciones incómodas

Hace poco me dispuse a hablar sobre temas que me resultaban incómodos.  Aunque reconocía la necesidad de hacerlo, era difícil hablar de ellos.  Las conversaciones debían ser con personas muy amadas por mí. Se supone, que con ellos debo tener mucha confianza.  Sin embargo, nada más pensar en el momento de las conversaciones me sentía… incómoda.  Confieso que traté de evadirlas.  Pero no era posible.  Así que, de acuerdo con mi criterio, esperé el momento adecuado y hablé.  Causalmente, después ese mismo día, escuché a alguien decir que era necesario hacer espacio a las conversaciones incómodas.  Y de allí surgió este post.  Porque me di cuenta que es imprescindible abrirnos a la posibilidad de hablar de aquello que nos causa incomodidad.  ¿Para qué? Para mejorar la calidad de nuestras relaciones, entre otras cosas.  Es preciso sostener conversaciones incómodas para sentirnos cómodos con nosotros mismos.

Los patrones culturales transmitidos a través de la crianza, muchas veces imponen límites invisibles.  Frecuentemente, aprendemos a poner la basura debajo de la alfombra y puede convertirse en montañas difíciles de escalar. ¿Te resuena?

Carlos Fraga dice que trabajar la incomodidad en la vida es reconocerla, aceptarla y experimentar qué nos dice para domarla.  Y pienso que es obligatorio hacerlo para poder avanzar en la vida.  Mientras no se aborden las conversaciones incómodas, se corre el riesgo de quedar estancado en los espacios que nos disgustan y, probablemente, la consecuencia sea sufrir.

¿Qué es necesario para abordar esas conversaciones incómodas? 

En primer lugar, hacer espacio en nosotros mismos para la conversación .  Esto implica revisar el estado de ánimo en el que nos encontramos con respecto al tema que se desea tratar.  Tomar consciencia de la incomodidad que nos produce el tema. En segundo lugar, propiciar el ambiente para sostenerla.  Es ideal procurar un entorno en el que la persona se sienta segura y en confidencialidad.  En tercer lugar, utilizar las palabras adecuadas.  Elegir un lenguaje respetuoso.  Para ello es importante rehusar emitir juicios y referirse a hechos.  Evitar las recriminaciones y las acusaciones. 

En cuarto lugar, ser empáticos.  Ponerse en el lugar de la otra persona.  Tratarla como nos gustaría ser tratados.  Recordar que cada uno está librando su propia batalla.  En quinto lugar, Escuchar.  Poner la atención y energía en la otra persona, sin pensar en la respuesta que quiere darse.  Hacer espacio a la curiosidad y al asombro.  En sexto lugar, expresar el punto de vista propio con claridad y firmeza.  Ante todo, es importante ser auténtico, íntegro mostrando respeto hacia la otra persona. Es una gran expresión de valentía.  En séptimo lugar, validar la emoción de la otra persona.  Evitemos sentirnos juzgados.  Elijamos no tomar personal la opinión de la otra persona.  Lo que dice el otro habla de él, de lo que guarda en su corazón, no de mí.

Recordemos que lo que es incómodo para nosotros no tiene que serlo para la otra persona, pero merecemos el esfuerzo de afrontarlo.  Si buscamos respuestas, estemos atentos a lo que escuchamos, descubrimos e indagamos.   Abramos nuestro corazón a las infinitas posibilidades que nos ofrecen las conversaciones incómodas.

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Martha Rodríguez

Abogado, con más de treinta años de experiencia en el mundo jurídico. Estudios de Especialización en Derecho Administrativo, Aeronáutico y Negocio Marítimo. Facilitadora de cursos y talleres. Me apasiona el poder de la palabra, la comunicación, hablar en público, compartir mis reflexiones. Siempre abogaré por el entendimiento y la conciliación. Melómana, Disfrutadora por naturaleza.

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4 comentarios en “Conversaciones incómodas”

  1. Excelente Marta tu artículo. Es demasiado difícil hablar de situaciones incómodas y sobre todo poder establecer esa conexión con la o las personas involucradas en la situación cualquiera que sea, y tus recomendaciones son muy acertadas para iniciar ese proceso. Gracias

  2. Muy por el comtrario, fue cómodo leerte. Y lo fue, porque como siempre estoy conectada contigo y lo que acontece en nuestras vidas.
    Me recordaste mucho a un ejercicio que me enviaron una vez, que mas o menos decía que me sentara a compartir con mi pareja lo que nunca le había dicho. Me causó gracia… ¡Pero había tanto, que ya ni siquiera la alfombra servía para tapar nada!
    No recuerdo la conversación, pero si la liberación. Gracias por este texto Martha. A veces esas conversaciones también pueden dan lugar a vernos y conversar con nosotros bien profundo.

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