¿Existirá alguna similitud entre la convivencia digital y la que se da en los espacios urbanos? Internet llegó a mi vida, alrededor del año 1998. Sin pensarlo mucho, intuitivamente. Recuerdo que comprábamos una tarjeta para recargar el saldo. Cuando se lograba la conexión, se escuchaba un tono característico. Hace algunos años de esos momentos. Y, definitivamente, mi vida no sería la misma si no me hubiera adaptado a este medio virtual.
VIDA DIGITAL
A vivir en internet, aprendí empíricamente. No traía un manual de uso. Sin embargo, como prudente observadora fui dando pequeños pasos.
A la presente fecha considero que es necesario ser cuidadosos al hacer vida en la web. Me refiero específicamente a las redes sociales y a las comunidades digitales o grupos que se gestionan a través de los diversos servicios de mensajería de texto o redes sociales.
En los espacios on line, como en los espacios off line, existen unos pilares fundamentales sobre los que se sustentan las relaciones. Esto se ha hecho más patente cuando las ciudades se vieron vaciadas, a raíz de la pandemia por la COVID-19.
El trabajo y la escuela se mudaron a la casa. Por lo cual, las relaciones entre los actores deben desarrollarse bajo ciertos parámetros. Esto para asegurar la convivencia armónica procurando lograr los objetivos y resultados esperados.
LA MÁSCARA DEL ANONIMATO
Uno de los fenómenos más interesantes que se aprecia en el mundo digital, es que muchos usuarios al interactuar de manera virtual mediante un teclado pudiendo ocultar su rostro, se sienten libres para expresarse de cualquier manera, sin restricciones ni filtros.
Libertad para manifestar su pensamiento, que muchas veces se traduce en palabras ofensivas, descalificadoras.
Indudablemente, esto afecta la convivencia digital. Obliga a ser muy precavidos y cuidadosos, dejando a un lado la ingenuidad, en relación al contenido que se comparta en esos espacios. Definitivamente, es necesario estar conscientes del “terreno que estamos pisando”.
Sobran ejemplos de personas que, quizá de buena fe, han publicado alguna opinión o imagen viéndose envueltos en una vorágine de opiniones en contra. Otros han corrido peligro por expresar opiniones.
De igual manera, resulta muy importante advertir que para hacer vida en espacios digitales en los cuales vamos a exponer de alguna forma nuestra imagen y reputación, es preciso estar preparados para gestionar las emociones que podría producirnos alguna opinión en contra o rechazo mal expresado.
Pareciera que la sensación de “anonimato” otorgara el permiso para dar rienda suelta y actuar de manera descontrolada. Sin embargo, en la red es donde más huella podemos dejar pues, casi cualquier publicación podría ser rastreada.
CUMPLIMIENTO DE NORMAS
Como en toda sociedad, la convivencia digital debe tener una base sólida, expresada en reglas de juego, en normas. Cuando decidimos registrarnos en una determinada red social, debemos atender a las condiciones establecidas. Adicionalmente, cumplir las normas vigentes contenidas en el ordenamiento jurídico del país donde nos encontremos. Además, al interactuar en los grupos a través de las aplicaciones de mensajería de textos se hace imperativo tener en cuenta las normas que establece el administrador del grupo, pues van a estar acordes al propósito para el que fue creado.
Por otra parte, es muy conveniente observar las costumbres y convencionalismos para socializar con los otros miembros del grupo, en atención al propósito del mismo. Un buen ejemplo de todo esto son los grupos de las Emprendedoras Digitales de Venezuela.
COMUNICACIÓN EFECTIVA Y ASERTIVA
La comunicación juega un papel preponderante en los espacios de interacción digital. El lenguaje que utilizamos determina nuestra identidad, así nos mostramos, nos damos a conocer frente a los demás.
A través del proceso comunicativo coordinamos acciones. Por esta razón, resulta importante esmerarnos en que nuestro mensaje se comprenda exactamente como queremos expresarlo. Asimismo, ejercer el derecho a manifestar nuestra opinión de manera respetuosa, firme y empática, reconociendo el derecho de expresión de las otras personas.
Practiquemos la escucha activa, que en los espacios digitales puede traducirse en afinar la comprensión lectora. Esto con el fin de brindar respuestas adecuadas y pertinentes.
En palabras de Rumi: “Antes de hablar, haz pasar tus palabras a través de tres puertas: ¿Es verdad? ¿Es necesario? ¿Es amable?”
CIUDADANÍA DIGITAL
Como en los espacios físicos, es necesario ejercer nuestra ciudadanía de manera responsable. Conozcamos y exijamos el respeto de nuestros derechos. Cumplamos nuestros deberes. Participemos activamente para hacer escuchar nuestra voz y la de otras personas o causas para que no sean invisibilizadas. Manifestemos nuestra sororidad y solidaridad de la forma que nos sea posible.
Tomemos en cuenta que con nuestra forma de comunicarnos y actuar estamos sirviendo de modelo a nuestros niños. Enseñémosles, con el ejemplo, a hacer uso adecuado de los espacios digitales. Disfrutemos y aprovechemos la experiencia de convivir digitalmente estando enfocados y con propósito definido. Seamos activistas de la amabilidad. Fomentemos #PresentesyFuturosdePaz.
Martha Rodríguez
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Bien bueno el post, la información valiosa, gracias Martha
MArtha tienes toda la razón. Hay que practicar y fomentar la amabilidad hasta en los espacios digitales que llegan a verse muy fríos porque no tenemos contacto físico. Me encantó la manera de explicarlo. Excelente