¿Cuánto camino recorremos sin dirección? ¿Cuánto recorremos orientadas por lo que los demás nos señalan? Salir del modo empleado, al que estamos orientadas todas, desde nuestra formación, para iniciar en el mundo del emprendimiento, requiere gran valentía. Las dudas nos invaden, el entorno nos hace temer. Y entonces, ¿Cómo enfrentamos estas dudas y miedos? Desde mi punto de vista, buscando un “por qué” en nosotras y en nuestro emprendimiento.
Hay una palabra japonesa que se escucha mucho en este sentido, la palabra Ikigai. Se ha traducido cómo “razón de ser” o “razón de vivir”. Incluso se ha creado una filosofía alrededor de esta palabra, que nos orienta a identificar nuestro propósito. Ahora, si extrapolamos este término a nuestro emprendimiento, estaríamos hablando de emprender con una razón de ser, o emprender con propósito.
Parte de la evolución que hemos tenido como sociedad, también ha influenciado la manera de ver los negocios. Tomar conciencia que, como empresa, somos miembros de la sociedad, y cómo tales, tenemos responsabilidades con la comunidad, impulsa esa “razón de ser” de nuestro emprendimiento, esa chispa que nos mueve, y que pasamos a nuestro emprendimiento.
¿Para qué emprender con propósito?
Es claro, que cuando emprendemos, una de las metas es generar ganancias. Sin esto, el emprendimiento no puede llegar muy lejos. Pero la vida no es solo eso, y un emprendimiento posiblemente nos lleve más del 70% de nuestra vida y al ser gran parte de nuestra vida, es importante:
- Sentir pasión por lo que hacemos, al punto que, podemos hacerlo gratis. Nuestra calidad de vida aumenta. Y no menos importante, nuestros clientes y colaboradores se contagian con está pasión. Amar lo que hacemos.
- Identificarnos con la necesidad que resuelve nuestro proyecto. Ser tu propio cliente. Esto aumenta nuestra creatividad, y somos capaces de encontrar diferentes soluciones.
- Cuando ayudamos a otros a través de lo que hacemos, crecemos.
Conectar el mundo de los negocios con un propósito, implica tener claro nuestro propósito. Para poder tener claro esto, debemos evaluar cuatro puntos de los que nos habla la filosofía Ikigai.
- Lo que amas, que conecta nuestra pasión con nuestra misión.
- Lo que haces bien, conecta nuestra profesión con nuestra pasión.
- Lo que hace falta, que conecta nuestra vocación con nuestra misión.
- Eso por lo que ganas dinero, conecta nuestra profesión con nuestra vocación.
No es tarea fácil, requiere un análisis y autoconocimiento increíble. Pero no es imposible, requiere trabajo, como todo lo que amamos.


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