Muchas veces me han preguntado: “¿Cuáles son tus redes sociales?”. He aprendido en los cursos de marketing digital que las redes sociales no son mías. Sin embargo, comprendo qué es lo que realmente me están preguntando y entonces doy la información para contactarme.
En este tiempo de distanciamiento social, los medios digitales han adquirido preponderancia. En algún momento, de diferentes maneras, han sido satanizados. Muchas opiniones en contra he leído. Siempre he pensado que todo dependerá del uso consciente y responsable que de ellos se haga. Cada individuo actuará conforme al grado que de esos atributos posea.
Enfrentarse a las redes sociales puede ser tan intimidante como bañarse en el mar. Cada instante del día lo encontraremos diferente. Es un universo tan grande e infinitamente extenso que nuestra vista se pierde en el horizonte. Como el mar, devuelve lo que lanzamos en él. Nuestros agentes contaminantes pueden afectarnos o afectar a otros. Sin embargo, el balance de mi experiencia es positiva.
En estos días especialmente, usando los medios digitales con fines diversos, me he dado cuenta de que he construido redes sociales, humanas, de carne y hueso. Ésas sí son mías y confieso que he disfrutado muchísimo el proceso. Por momentos, me he sentido un poco fuera de lugar, pues me asombra lograr el disfrute en un tiempo que podría avizorarse aciago, lúgubre. Quizá, es que sin saberlo he estado participando en el juego de “Me Alegro” y trato de ver lo que de bueno puede haber en una determinada situación. Y es que la alegría es una elección. Si la situación que enfrento ya es desafiante, ¿qué tal si decido hacerlo de la mejor manera posible?
Con esto no quiero banalizar, ni hacer parecer que es muy fácil. Han sido días de grandes desafíos, profunda reflexión, sin distracciones, observando, interpretando y atendiendo a las señales, en lo que TODO puede servir para el aprendizaje. Ya no hay escondites, ni excusas. El tiempo sobra y, a la vez no hay para perderlo. Parece que me he detenido aunque, paradójicamente, siento que he avanzado mucho más rápidamente y a pasos agigantados. En un momento de desesperación, recibí el mensaje que me salvó del sufrimiento: “Menos pasado, Más presente, Menos futuro”. Todo está aquí, ahora. Entonces, conjugando los verbos en tiempo presente con fe, he sumado muchísimo a mi vida, mientras construyo mis redes sociales.
Así, he aprendido acerca de variados temas. Muchas personas se han volcado a compartir contenido de mucho valor que, quizá en otro momento era de acceso restringido. Dan parte de lo que tienen. Descubrieron que aliviando el dolor del otro, sanan el propio.
He conocido personas a las que no he podido ver frente a frente, acercarme, ni saludar dándoles la mano o estampar un beso en la mejilla, como acostumbramos en Venezuela. Lo importante es que han dejado gran huella en mí, porque me han regalado muchísimo de lo que llevan en su intelecto y corazón, compartiéndolo de manera generosa. Quizá han comprendido que al creando valor para los demás se lo proporcionan a sí mismos.
He conseguido apoyo para mi sanación en momentos de confusión que me produjeron sufrimiento. Abrazos virtuales que recibí en el alma y que, literalmente, me inyectaron vida. También, en la medida de mis limitadas posibilidades he procurado abrazar con las palabras más amorosas que, invoco, Dios coloque en mis dedos.
He disfrutado y compartido recetas de cocina. La comida, ese acto de magia que nos conecta con nuestra ancestralidad, la abuela, la madre, la tía, el hogar. Tal vez, alimentando a otros me alimento.
Me he reencontrado con afectos a quienes no veo, ni abrazo desde hace años. Ha sido hermoso comprobar que el cariño sigue intacto y, al recordar junt@s, hemos compartido alegría, amor, buenas vibras. Que, según dicen, es el mejor antídoto contra el virus.
He expresado amor y me lo han expresado personas que he conocido desde que tengo memoria, pero por condicionamientos sociales no éramos capaz de reconocer lo que sentíamos. Tal vez, ante la certeza de lo incierto hemos querido aprovechar el momento y no esperar pues, no sabemos si para luego es tarde, literalmente.
En fin, veo que se ha ido construyendo un tejido que me sostiene a mí y a otr@s elaborado con energía femenina, en su mayoría. Gestos amables, deseos auténticos de salud, generosidad… Conteniendo a otros me contengo.
Hace poco, tuve la oportunidad de ver una película cuyo nombre no recuerdo. Sin embargo, conservo el recuerdo de una frase dicha por la protagonista que me llegó directo al corazón: “¿Quiere decir, que cuando digo que te amo es porque me amo?”.
Para mí, todo se trata de lo que hay en cada uno de nosotros para compartir. Me gusta pensar que mis redes s<3ciales se tejen con un hilo rojo que representa el amor.
Escrito por: Martha Rodríguez. Abogado | Comunicadora Asertiva | CEO Soy ComunicAcción
Martha Rodríguez
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Enhorabuena…un artículo enrrequicedor y transparente. Gracias
¡Muchas gracias Mónica! Formas parte de esas redes que me han sostenido en momentos que lo necesitaba. Tus Delicias me hicieron evocar sabores desconocidos para mí, conocidos ancestralmente. ¡Gracias por leerme! Un abrazo
Bellísimo mi querida Marta. Me encantó tu reflexión y la diferencia que enfatizas entre las redes sociales virtuales y las redes sociales reales. Éstas últimas son las que están directamente conectadas a tu alma y es esa la que tanto se parece a mí … la que nos hizo familia al cabo de poco tiempo. Te felicito por esta reflexión y me encanta haberte leído por aquí por nuestros espacios. Sencillamente te abrazo tu primys.
¡Muchas gracias primys! Esas relaciones han sido fundamentales para mi desarrollo y evolución constante. Me han acompañado, sostenido e inclusive me han inyectado vida. Tú eres una de esas personas especiales que, sabiamente, ha sabido ver la familiaridad que nos une. Un honor para mí, recibir un comenatario de tu parte. ¡Abrazos digitales!